A los seres humanos nos produce un extraño placer observar formas simétricas o matemáticamente distribuidas. A muchos (as) nos provoca una descarga de dopamina, mientras el alma se siente plena y en paz.
Pues bien, la llegada de dichas sensaciones, en los(as) artistas del tatuaje pueden estar mediadas por episodios previos de tensión, o al menos de mucha autoexigencia, al enfrentar este tipo de retos; sobre todo en sus primeros años.
En Ootboon, pudieran haberse retratado en una serie de cuadros, las horas que pasó el artista frente a sus primeros diseños en geometría. Intentando entenderla, descifrarla y conectarse con ella. En silencio miraba fijamente la plantilla. Una noche previa repasaba en su mente cada línea que debía tener cuidado de ejecutar. Al día siguiente, muy temprano preparaba sus cosas, procurando tener el menor número de distracciones posibles. Algunas veces ajustaba la música en "Once Episodios Sinfónicos de Gustavo Cerati" y echaba las manos y la sensibilidad a volar.

Aquí ☝ les presento un par de figuras que podemos considerar retos básicos: a) el caracol que representa la secuencia de Fibonacci, que exige pulcritud y firmeza en el trazo -además en un cliente que sabe exactamente cómo espera que luzca 👀 un desafío en sí mismo- b) un mandala en negro y gris con un toque de color; suficiente para decorar, pero sin afán de que éste fuese el protagonista.
El artista también consiguió plasmar una versión aplicada del conocimiento logrado. Puede apreciarse, en segundo plano, el ambiente diseñado para un coi realizado en años anteriores, con la misión de restaurarlo e integrado en una manga por el frente del antebrazo; fusionando geometría y brochazos del estilo trash-polka.
Por supuesto que la adquisición de maquinaria con mayor tecnología e insumos adecuados para dichas innovaciones, contribuyeron a que el camino del artista, en la parte técnica, tuviera un soporte adecuado.
Cada vez que recibía una nueva máquina, pato dibujaba una gran sonrisa en su rostro y hablaba por horas de las ventajas que tendría utilizar ese nuevo "juguete", como él le llamaba. En diversos momentos se enamoró de las máquinas de bobina, las llamadas rotativas, hasta llegar a las denominadas "pen".
Por cierto que la primera máquina de esta última categoría, pato se la ganó en una rifa entre muchos tatuadores del país, organizada por un proveedor de bálsamos para tatuar y pomadas aftercare. ¡Vaya buena suerte! 😁Saltaba de emoción mientras decían su nombre en una transmisión en vivo; e iba del éxtasis a la duda, ya que no teníamos la certeza de que se trataba de él, porque sólo lo mencionaban como el "Anton" su antiguo nombre de perfil.
Sin duda, ver lo que se podía lograr con estas nuevas tecnologías abrió paso a un nuevo nivel de trabajo; a la par de poder aminorar el peso y presión en las articulaciones, lo cual fue maravilloso. Con mayor fluidez, se pudieron decorar figuras que en si mismas ya eran hermosas, como este bello paquidermo 👇

By Luz OotBoon
Agosto 2021
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